Al Lusitania

Revista Iberia Núm 6, 15 de maig de 1915.

Joaquín Montaner

EL DIA DE ORO

Deja que cante aquel sereno mediodía:
el cielo azul, el sol sobre el agua dormida,

y sobre el sueño de las ondas silenciosas
el Lusitania alado; con la cortante proa

fabricando en la espuma pedrerías y perlas
y dejando por rastro un camino de estrellas.

¡Oh torrente de luz, oh tarde! Era el sosiego
una hora de primavera donde el vuelo

de unas gaviotas blancas señalaba la ruta
del trasatlántico, por la infinita altura,

desde las radas grises del alma-Nueva York
hacia los campos verdes de Irlanda, y hacia el sol

y el descanso y la yedra!

II
LA HORA DEL DOLOR

¡Bendecidos aquellos
que agitaron unos minutos los pañuelos

al levantarse el áncora del vapor! ¡Bendecidos
los que les saludaron al perderse en el lírico

mar! ¡Y tristes ahora todos aquellos que
despidieron y aquellos que no pueden volver!

Se turbó el mar; se levantó un monte de fuego.
La hora se hizo eterna; noche el día, y estrépito

la calma. Corrió sangre por el verde y la espuma,
y las llamas quemaron el azul de la altura.

¡Oh muerte dondequiera tienes estado, y tienes
para todo ruido un gran silencio, oh Muerte!

¡Desolación de muerte!

III
EL ÁGUILA SIN REMORDIMIENTO

¡Nunca más volará
limpia de sangre y crimen el águila imperial!

Salpicada de sangre en las alas, y llena
de sangre la corona de la negra cabeza,

sobre un cordero cuando muera el sol de la tarde
pondrá las garras, y destrozará en el aire

sus entrañas. Y luego con el curvado pico
le arrancará los ojos tristes y humedecidos,

amparada en la noche. Y volverá a la roca
de Prometeo cuando cante el gallo la aurora

IV
EL ESPANOL HÉROE

A tí, hijo de España que por la España tuya
fuíste hombre en la muerte, sereno en la locura

y desesperación del bárbaro naufragio;
a tí que con el juicio, primero, y con el brazo

arrebataste vidas a la insaciable muerte,
te ofrezco un ramo de laurel para las sienes,

y un saludo de España! Ella por tí ha vivido
como ha vivido siempre por tantos de sus hijos

ilustres: y ha vivido porque tú en la hora trágica
pensaste que allí, solo, eras tú toda España:

Y como España has sido y has hecho. ¡Oh noble tierra
que en todas partes donde tiene un hijo está ella!

¡Y oh afortunada madre, centenaria y de nieve,
que aún sabe parir hijos tan suyos y tan fuertes!