Revista Iberia Núm 11, 19 de juny de 1915
Cuando se creyó inevitable la intervención de Italia y cuando llegó la declaración de guerra, los germanófilos anunciaron una de aquellas ofensivas bruscas y arrolladoras que caracterizan la estrategia alemana. Las tropas imperiales bajarían a la Lombardía y el Veneto, se reproducirían la invasión incontenible de Bélgica, y la batalla de Charleroi y en una o dos batallas definitivas los italianos quedarían deshechos. Venecia, Verona, Udine, quien sabe si Milán, sufrirían los castigos bíblicos que imponen los alemanes e Italia firmaría una paz, peor que la de Francia en 1870.
La guerra trajo la ofensiva y el avance italiano. A lo largo del Trentino, de la Carniola y del Friul las columnas italianas pasaron los valles acantilados, subieron alturas de 2.000 metros, se apoderaron de los pueblos fronterizos y comenzó una invasión calculadora, fría, flanqueando las defensas alzadas por los austríacos. Las guarniciones fronterizas han sido barridas y los italianos se hallan ya en plena segunda línea de defensa austríaca. Su ala izquierda avanza en el Trentino, estando ya a la vista de Trento; su centro en la Carinthia y su derecha en el Friul.El avance mayor se ha realizado aquí. Los italianos han pasado el Isonzo oriental apoderándose de Monte Nero, una verdadera fortaleza natural, con cerca de 2.500 metros de altura. Tolmino, más al sur, es bombardeado y la dominación de los Alpes Julianos, avanza metódicamente. El Isonzo occidental está ya en manos italianas completamente. Cormons, Versa, Grado, Monfalcone, ya son ciudades redimidas. Gradisca, igual. Resta aun Goritzia, amenazada. Los austríacos intentaron reproducir en los pantanos del bajo Isonzo las inundaciones del Iser y fracasaron. Ahora el avance sigue hacia el Carso. Si los italianos ponen el pie en sus alturas, triunfando sobre la resistencia austríaca, habrán llegado a Trieste, de donde no les separan más que 25 kilómetros. Y detrás de Trieste, la capital de la nueva Italia, está la península de Istria, que perdida la gran batalla que sedará en los altos del Cirso, será, bloqueada por mar, dominada
rápidamente. Y al sur de Istria está Pola, el refugio de la escuadra austríaca, donde las histórias de Port-Arthur y Santiago de Cuba, podrían repetirse.
Claro que los dos imperios, acudirán a la defensa del París del Adriático, pero con su pasividad han hecho ganar a Italia, miles de hombres y meses de guerra. Confiaban los germanófilos en que sino se efectuaba la ofensiva—relámpago, los Alpes Julianos, los Dolomitas y los desfiladeros de la Carnithia serían los nuevos Cárpatos austríacos, donde Italia dejaría sus persaglieris y sus alpinos, y estos se hallan ya a la vista del famoso.«Miramare», sin hallar grandes defensivas.
Y es esto lo que denuncia que la acción austro-alemana alcanzó su máximo. Lo que saquen de Galitzia, debilitará su frente oriental y los rusos tornarán a su avance; si ceden terreno enTrieste, los italianos pueden llevar la guerra dentro de Austria. Si la ofensiva del doble imperio se produce, tendrá que comenzar por una reconquista y los combates serán en el Isonzo, en los pasos de la Carnithia, en las montanas del Trentino. ¿No esto o un error enorme o la evidencia de una debilidad?
Unas cuantas divisiones bávaras, decían nuestros técnicos, serán bastantes para batir en el famoso cuadrilátero que presenció los triunfos de Napoleón, el ejército de Italia. Bien dijo Castrovido al comenzar la guerra, que una de las cosas que le hacían presentir el triunfo de los aliados, eran los augurios contrarios de los técnicos. Tendrán que confesar su miopía. Un mes de guerra no ha producido más que victorias, no decisivas, claro está, italianas y un avance de treinta kilómetros a través de los Alpes Famosos.La acción de “IBERIA”
El último número del Mercure de France publica un artículo de nuestro querido Marcel Robin, estudiando las tendencias iberis:as que se producen en Espana y la acción, cada vez más intensa, de nuestros francófilos. Marcel Robín, tiene para nuestra revista cordiales elogios que nosotros agradecemos en lo que valen, por venir de un gran amigo y por ser dichos des de esa grande y exquisita tradición literaria que es el Mercure. Marcel Robín, reproduce, íntegro, el artículo con que Miguel de Unamuno bautizó a IBERIA, en su primer número, traducción perfecta, que conserva en un francés preciso y fuerte, toda la cálida oración castellana. Y añade, comentando a IBERIA:
«La prensa francesa, la parisién y la provinciana, sobre todo la del Midí, denunció los manejos hipócritas de ciertos personajes de la Cataluna espanola. Estos obscuros germanófilos son, vuelvo a repetirlo, muy raros, se muestran cada vez más tibios y no representan el espíritu catalán… La selección catalana, desde un principio, tomó unánimemente partido por Francia. Pero, separada por motivos religiosos o políticos y hasta por tendencias estéticas, se dividió en grupos, alguna vez, más que alejados, hóstiles. Esta guerra, habrá hecho el Milagro de acercarlos.»***
Desde hoy un joven y talentudo escritor catalán que usa el nombre de «Harry Doggerel» colaborará en IBERIA. Harry Doggerel vive en Londres y en es un valor más para su colaboración, que hoy inaugura, agudamente.